Hablar de suicidio en adolescentes no es incitarlo; al contrario, disminuye el estigma y abre la puerta para buscar ayuda.
Actualmente, el 15.8% (1) de los adolescentes experimenta ideaciones suicidas, lo que indica que este es un problema real y presente en muchos hogares. Sin embargo, muchos padres se encuentran sin las herramientas suficientes para abordar una situación de esta magnitud, lo cual es comprensible, ya que esto no se enseña en ninguna “escuela para padres”. Abordar esta difícil problemática es fundamental, especialmente desde un espacio en el que los padres ofrezcan apoyo y comprensión a sus hijos adolescentes.
¿Cómo crear este espacio de apoyo? Principalmente, los adolescentes necesitan saber que sus adultos más cercanos pueden escuchar y hablar sobre este tema sin juzgar ni alarmarse; esto es crucial para construir una base de confianza y para que se sientan acompañados. No teman preguntar ni indagar sobre ideaciones suicidas. Entiendo que es un tema incómodo y que muchas veces se evita por el temor a la respuesta, pero solo así es posible identificar señales de alarma y generar un plan de emergencia en caso necesario.
Existen ciertas señales de alerta en el comportamiento de los adolescentes que pueden indicar que algo no anda bien. Entre ellas se incluyen cambios en la rutina normal (como alteraciones en el sueño y la alimentación), aislamiento, evitar el contacto social, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, expresiones de desesperanza y amenazas directas de hacerse daño. Comentarios como “me voy a matar” o “dejaré de ser un problema para ti” también son señales claras de alarma. Detectar estas señales a tiempo puede marcar una gran diferencia.
Entonces, ¿cómo iniciar la conversación con tu hijo o hija? Lo primero es tener una aproximación tranquila y honesta, ya que juzgar o presionar puede generar el efecto contrario y hacer que el adolescente se cierre. Podrías empezar con frases como “me he dado cuenta de que últimamente te veo triste, quieres contarme cómo te sientes?” Es muy importante validar las emociones y evitar frases como “no entiendo por qué te pones así por eso” o “ya no llores, no es para tanto”. También puedes considerar:
Promover un estilo de vida saludable con ejercicio físico, una buena alimentación, higiene del sueño y redes de apoyo.
Compartir tiempo de calidad en familia mediante actividades, conversaciones o salidas.
Conversar abiertamente sobre salud mental, preguntando por sentimientos y emociones sin juzgar ni opinar, y validando las emociones para brindar un espacio seguro y de apoyo.
Supervisar la adherencia al tratamiento en caso de que el adolescente esté en terapia farmacológica, ayudando al seguimiento de medicamentos y las citas con psicología y/o psiquiatría.
No temas hacer preguntas directas como: “¿te has sentido tan mal últimamente que has pensado en hacerte daño?”, ¿”has tenido pensamientos de no querer seguir viviendo?”, o “¿te has sentido abrumado/a hasta el punto de pensar que no hay solución?”. Estas preguntas directas pueden ayudar a que el adolescente se sienta comprendido y, en muchos casos, alivian una parte de la carga emocional que lleva dentro.
En situaciones como estas, contar con el apoyo de profesionales de salud mental, tanto en psicología como en psiquiatría, será fundamental para dar herramientas tanto al adolescente como a sus padres. La invitación es a no temer en buscar esta ayuda; reconocer que se necesita el apoyo de un experto es un acto de valentía y cuidado. Este proceso es, sin duda, un trabajo en equipo entre el adolescente, sus padres y el profesional de salud mental. Agendar terapía Online
Finalmente, invito a todos los padres a fortalecer continuamente el vínculo de confianza con sus hijos y a tratar las conversaciones sobre salud mental como parte de un apoyo constante y necesario para su bienestar. Recuerden, no teman hablar del suicidio con sus adolescentes, porque así podrán ayudarlos a superar los momentos de oscuridad.
Fuentes
Xiao Y, Cerel J, Mann JJ. Temporal Trends in Suicidal Ideation and Attempts Among US Adolescents by Sex and Race/Ethnicity, 1991-2019. JAMA Netw Open. 2021;4(6):e2113513. doi:10.1001/jamanetworkopen.2021.13513
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